Una lección sobre eclesiología: carta íntegra de Benedicto XVI en español
Carta enviada originalmente en inglés por el Papa Benedicto XVI a la Universidad Franciscana de Steubenville, Estados Unidos, en ocasión del X Congreso Internacional promovido por la Fundación Ratzinger sobre el tema «La Eclesiología de Joseph Ratzinger».
octubre 20, 2022 01:14 Redacción ZenitCiudad del Vaticano, Iglesia Local, Papas WhatsApp Messenger Facebook Twitter Compartir
(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 20.10.2022).- Por su interés, traducimos al castellano la carta enviada originalmente en inglés por el Papa Benedicto XVI a la Universidad Franciscana de Steubenville, Estados Unidos, en ocasión del X Congreso Internacional promovido por la Fundación Ratzinger sobre el tema «La Eclesiología de Joseph Ratzinger». El presidente de la fundación, el P. Federico Lombardi, se ocupó de leer la carta ante la asamblea.
Es un gran honor y una alegría para mí que en los Estados Unidos de América, en la Universidad Franciscana de Steubenville, un Simposio Internacional trate de mi eclesiología, colocando así mi pensamiento y mi esfuerzo en la gran corriente en la que se ha movido. Cuando comencé a estudiar teología en enero de 1946, nadie pensaba en un Concilio Ecuménico. Cuando el Papa Juan XXIII lo anunció, para sorpresa de todos, había muchas dudas sobre si tendría sentido, es más, si sería posible en absoluto, organizar las ideas y las cuestiones en el conjunto de una declaración conciliar y dar así a la Iglesia una dirección para su camino posterior. En realidad, un nuevo concilio resultó ser no sólo significativo, sino necesario.
Por primera vez, la cuestión de una teología de las religiones se ha mostrado en su radicalidad. Lo mismo ocurre con la relación entre la fe y el mundo de la mera razón. Ambos temas no se habían previsto antes de esta manera. Esto explica que el Vaticano II amenazara al principio con desestabilizar y sacudir a la Iglesia más que con darle una nueva claridad para su misión. Entretanto, la necesidad de reformular la cuestión de la naturaleza y la misión de la Iglesia se ha ido haciendo patente. De este modo, la fuerza positiva del Concilio también está emergiendo lentamente. Mi propio trabajo eclesiológico estuvo marcado por la nueva situación que se planteó para la Iglesia en Alemania tras el final de la Primera Guerra Mundial.
Si hasta entonces la eclesiología había sido tratada esencialmente en términos institucionales, ahora se percibía con alegría la dimensión espiritual más amplia del concepto de Iglesia. Romano Guardini describió esta evolución con las siguientes palabras «Se ha iniciado un proceso de inmensa importancia. La Iglesia está despertando en las almas». Así, el «Cuerpo de Cristo» se convirtió en el concepto sustentador de la Iglesia, que consecuentemente, en 1943, encontró su expresión en la encíclica «Mystici Corporis». Pero con su oficialización, el concepto de la Iglesia como cuerpo místico de Cristo pasó al mismo tiempo por su punto álgido y fue reconsiderado críticamente. En esta situación pensé y escribí mi disertación sobre «Pueblo y Casa de Dios en la Doctrina de la Iglesia de Agustín».
El gran Congreso Agustiniano celebrado en París en 1954 me dio la oportunidad de profundizar en la posición de Agustín en la agitación política de la época. La cuestión del significado de la Civitas Dei parecía estar finalmente resuelta en ese momento. La disertación de H. Scholz sobre «Glaube und Unglaube in der Weltgeschichte» (Creencia e incredulidad en la historia del mundo), cultivada en la escuela de Harnack y publicada en 1911, había mostrado que las dos Civitates no significaban ningún cuerpo corporativo, sino la representación de las dos fuerzas básicas de la creencia y la incredulidad en la historia. El hecho de que este estudio, redactado bajo la dirección de Harnack, hubiera sido aceptado summa cum laude le aseguraba de por sí una aprobación plena. Además, encajaba en la opinión pública general, que asignaba a la Iglesia y a su fe un lugar hermoso, pero también inofensivo. Quien se hubiera atrevido a destruir este hermoso consenso sólo podía ser considerado un obstinado.
El drama del año 410 (la toma y el saqueo de Roma por los visigodos) sacudió profundamente el mundo de la época, y también el pensamiento de Agustín. Por supuesto, la Civitas Dei no es simplemente idéntica a la institución de la Iglesia. En este sentido, el Agustín medieval incurrió en un error fatal, que hoy, afortunadamente, ha sido finalmente superado. Pero la espiritualización completa del concepto de Iglesia, por su parte, echa de menos el realismo de la fe y de sus instituciones en el mundo. Así, en el Vaticano II la cuestión de la Iglesia en el mundo se convirtió finalmente en el verdadero problema central.
Con estas consideraciones sólo he querido indicar la dirección a la que me han conducido mis trabajos. Espero sinceramente que el Simposio Internacional de la Universidad Franciscana de Steubenville sea útil en la lucha por una correcta comprensión de la Iglesia y del mundo en nuestro tiempo.
Vuestro en Cristo,
Benedicto XVI
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Las joyas textuales de los orígenes del cristianismo
Juan Chapa clarifica en este libro los temas más importantes referidos a los manuscritos de los Evangelios (JFSERRANO)
Al final de curso pasado, más o menos, se hicieron famosos unos vídeos, en el canal de Youtube de la Universidad Eclesiástica San Damaso, en los que el profesor Ignacio Carbajosa ofrecía un curso sobre la Biblia y su manuscritos. Pedagógico al máximo, por cierto. De lo que se colgó, los referidos a la crítica textual produjeron un importante impacto.
Ahora, el profesor de Nuevo Testamento de la Universidad de Navarra, Juan Chapa, especialista en papiros, publica este clarificador libro dentro de la colección “Qué se sabe de…”, de la editorial especializada en temas bíblicos, Verbo Divino.
Papiros y vida de Jesús
No hay año que algún periódico internacional no salga con una noticia diciendo que se ha descubierto tal o cual papiro que aclara no se qué aspectos sobre la vida de la Jesús de Nazaret, sobre los discípulos, sobre los orígenes del cristianismo.
Aunque estas cuestiones de crítica textual del Nuevo Testamento puedan parecer de especialistas, es necesario que cualquier cristiano, o persona interesada en los Evangelios, en la cultura al fin y al cabo, tenga al menos un marco contextual de referencia de cuáles son los textos que tenemos de la Sagrada Escritura, en concreto del Nuevo Testamento, cómo se hicieron, en qué épocas, con qué materiales, en qué contextos.
Manuscritos de los evangelios
No se trata de un libro que debata cuestiones discutidas o abiertas, que son no pocas. Ni tampoco estamos ante un manual de paleografía. Se trata de un libro, con un lenguaje sencillo y con notable afán didáctico, en el que se clarifican los temas más importantes referidos a los manuscritos de los Evangelios y del resto de los libros del Nuevo Testamento.
Y así se evitan suposiciones, como que los autores, copistas, amanuenses, que hicieron copias de unos originales que no conservamos, manipularon los textos en función de conveniencias teológicas, políticas, sociales, o de otro tipo.
Otros aspectos interesantes, también para la cultura general, son los referidos a la datación de los papiros y pergaminos que nos traen lo dicho y hecho por Jesús de Nazaret, o el papel de las familias de manuscritos o, incluso las referidas a las comparaciones con otros textos de la antigüedad clásica.
Transmisión de la cultura
Al fin y la cabo, de lo que estamos hablando también es la transmisión de la cultura. Por ejemplo, la naturaleza de los códices, origen de los libros tal y como los conocemos ahora, que son un producto de la cultura cristiana en la historia, al menos en su generalización de uso y en su finalidad.
Hay que agradecer, por cierto, al profesor Chapa la sinceridad con la que aborda determinadas polémicas científicas en ese mundo. Y que cuando una cuestión esté abierta, lo diga con claridad. Y cuando esté cerrada, lo constante también.
Por cierto que las páginas dedicadas a los falsificadores de manuscritos bíblicos son muy ilustrativas.
De entre las muchas conclusiones que el lector puede sacar de este libro, una no menor es la de que el cristianismo, desde los orígenes, fue la comunidad del libro, del texto, de la palabra. Y esa característica hizo posible la garantía de la fiabilidad en la trasmisión de lo que Jesús hizo y dijo en la comunidad de los discípulos. Una expresión de esa pretensión de verdad que está en la propia naturaleza de la fe.
Los manuscritos del Nuevo Testamento. Juan Chapa. Verbo Divino