Domingo primero Cuaresma.

Cristo, en tentación. Dios, que es tentado. Hasta en eso, quiso padecer, para comprender y ayudarnos en nuestros momentos de tentación: el abatimiento, la tristeza, el desánimo, la sensualidad o la codicia, entre otras muchas, constituyen, los reclamos, a veces muy seductores, del pecado en nuestra vida.

Estamos escuchando y procurando vivir, en estos dias, unos ejercicios espirituales, maravillosos, en sentido amplio: oración, ayuno y limosna.

Son las armas espirituales, para vencer las tentaciones, para no caer en pecado y para desplegar mucho bien, con los que nos rodean.

La tentación, es ocasión, de conocernos mejor y de conocer lo que Dios quiere de nosotros, porque una vez detectada, nos ayuda a retomar el camino. Porque Dios, también habla detrás de cada tentación.

Cristo, nos da su ejemplo, para vencerlas:

-El no dialoga con la tentación, porque sabe que es, el mejor modo de perder.

-El, sabe que la tentación, se vence, con oración, como en Getsemani. 

-El, sabe que, cada tentación, es ocasión, de crecimiento personal. Nos permite conocer nuestros límites, nuestras fragilidades. Nos, da un mayor conocimiento De Dios y nos pone en guardia, frente al pecado. 

Por tanto, adentrémonos con confianza en el misterio del Amor De Dios. Permitamos a Dios, conocernos mejor y vivamos esta Cuaresma, con las armas de la fe. Para llegar a la Pascua, plenos De Dios y de su Amor.

Segunda Homilia.

Padre, como tengo muchas tentaciones, he dejado de comulgar. Mal.

¿Cuando un cristiano, que quiere hacer bien las cosas, debe abstenerse de comulgar?. En tres casos: si falto un Domingo a Misa, no por fuerza mayor. Por pereza, por imprevisión, etc.

O, si cometo pecado mortal. Del 5 o del 6. Acciones u omisiones, que atentan contra la vida o contra la dignidad del cuerpo. 

Ya sabéis, que solo cometemos pecados graves, si hay materia grave, pleno conocimiento y pleno consentimiento de lo que hacemos o dejamos de hacer. Por ejemplo, si voy por la carretera y veo un accidente, si puedo socorrer, aunque sea llamando a la policía, debo hacerlo. Y sino, lo hago, ademas de omitir el deber de socorro, puedo estar atentando indirectamente, contra la vida de esa persona.

Por tanto, fuera de estos supuestos, si nada lo impide, debes comulgar. Obviamente, y confesar al menos, una vez al año.

Hoy, tropezamos con este Evangelio, en el que vemos a un Dios, que es tentado. ¡Nada menos que Dios en tentación!. ¿Para que?:

-Para sentirnos acompañados y comprendidos por Cristo, en cualquier tentación.

-Para conocernos mejor a nosotros mismos. La mejor fuente de conocimiento para un ser humano, es la propia debilidad, porque es el momento, en que nos damos cuenta de como somos, y de cómo es Dios. /Un deportista, se impone duras privaciones, para alcanzar un trofeo y tu y yo, que esperamos alcanzar el trofeo de la salvación, ¿de que sabemos privarnos?….

-Y, para escuchar la voz De Dios, detrás de cada tentación. Si tengo ira, Dios me habla de mansedumbre, si soy lujurioso, El, me habla de templanza y si soy egoísta, Dios me habla de Caridad.

Feliz Cuaresma, que las prácticas de la oración, el ayuno y la limosna, te abran más y mejor, a Dios, para que puedas de verdad, convertir el corazón. Mírale y déjate mirar por El.